domingo, 24 de mayo de 2015

El médico del trasplante de cabeza: "Muchos ricos lo quieren para tener un nuevo cuerpo"


Este especialista de 51 años, que trabaja en el hospital "Le Molinette" de Turín (norte) presentará el próximo junio su proyecto durante la Conferencia anual de la Academia Americana de Neurólogos y Cirujanos Ortopédicos, prevista en Annapolis, en Estados Unidos. "
Este experimento saldrá perfectamente y lo demostraré en junio al mundo entero", responde Canavero a las críticas y descalificaciones que ha recibido de prestigiosos neurocirujanos de todo el mundo. Canavero no quiere entrar en cuestiones técnicas, dice que quién esté interesado puede leer sus publicaciones, pero cuenta con detalle lo que ocurrirá en la sala de operaciones. "En la sala se deberán encontrar las dos personas, la que donará el cuerpo y la otra que recibirá el cuerpo. La cabeza que será trasplantada se enfriará a una temperatura de 12 grados y después se procederá a seccionar la cabeza de ambos —vasos sanguíneos, músculos, huesos— y después comenzará la fase en la que el paciente recibirá su nuevo cuerpo", explica Canavero. 

Comenzará la fase que no encuentra aún respuestas para una gran parte del mundo científico, es decir, cómo unir la médula espinal y los millones de terminaciones nerviosas que hacen posible que se mueva nuestro cuerpo. Canavero explica sumariamente que se utilizará para unir todas las terminaciones nerviosas el polietilenglicol, una especie de "pegamento" plástico que, asegura, está revolucionando la medicina. "La intervención durará unos dos días, para ello se necesitan muchísimo dinero, unos 10 millones de dólares, y un equipo de unas 150 personas entre médicos y auxiliares", señala.

Pero la logística no es un problema, añade Canavero, pues anuncia que ya cuenta con "decenas de patrocinadores dispuestos a financiar el proyecto, decenas de médicos, cirujanos, también de España, quienes se han mostrado dispuestos a participar a la operación". "Me ha escrito mucha gente de todo el mundo. Muchos de ellos estarán durante mi presentación en Estados Unidos. El dinero para la financiación técnicamente ya lo tengo, pero el cheque con los fondos será públicamente mostrado en Annapolis", asegura. "¡Cuando se da todo este dinero quiere decir que alguien cree totalmente en este proyecto porque la gente no tira así el dinero!", defiende el neurocirujano italiano.

Para Canavero su proyecto es criticado porque "amenaza" a quienes hasta ahora no han obtenido resultados en la materia, pero además porque "se tiene miedo" y es un "limite mental" pues argumenta que se entrará con él en la posibilidad de alargar la vida indefinidamente. 
"Uno de los motivos de todas estas críticas es que cuando haya llevado adelante el primer caso se abrirá la caja de Pandora y los ricos se podrán dar un nuevo cuerpo, ya que serán los únicos que podrán pagarse esta intervención", explica. Y revela: "Le puedo asegurar que muchísimos ricos ya me han contactado para cambiar de cuerpo". 

"Estamos a un paso de extender la vida indefinidamente porque cuando una persona tenga 80 años yo le podré dar un nuevo cuerpo y podrá vivir otros 40 años", argumenta con total seguridad. Aunque es consciente de que la técnica se irá mejorando con el tiempo, ya que según sus estudios tras la operación seguirá un mes en coma inducido y más de un año de fisioterapia para poder caminar, vaticina que en cuatro o cinco años la técnica será perfecta "y tendrá consecuencias inimaginables". 

"Yo no me podría imaginar el mundo que existe detrás de todo lo que tiene que ver con alargar la vida, pero le aseguro que hay personas que quieren conseguirlo de todas maneras y yo estoy en medio", comenta. Canavero tiene ya a su voluntario, Valeri Spiridónov, un ruso de 30 años con atrofia muscular espinal, pero queda el mayor problema, la aprobación de la operación por un comité ético.

Un solo tipo de sangre para unirnos a todos

Transfusiones de sangre

A partir del siglo XVII, se produjeron los primeros intentos de llevar la idea a la práctica, pero fracasaron. Todo cambió a partir de 1900. Ese año, el austriaco Karl Landsteiner explicó por qué cuando se juntaban muestras de sangre de distintas personas, con cierta frecuencia se formaban coágulos y eso provocaba problemas a los enfermos. Había tres tipos sanguíneos, A, B y C (que finalmente acabó bautizándose como O) y, dependiendo de cómo se realizase la mezcla, se formaban o no los coágulos, que podían incluso matar al paciente. Landsteiner recibió el premio Nobel de Medicina en 1930 por este descubrimiento, que por fin hizo seguras las transfusiones de sangre.

Ahora, un grupo de investigadores ha desarrollado un sistema que pretende dar un nuevo paso en la mejora de las transfusiones. En un artículo en la revista Journal of the American Society, estos científicos explican cómo han desarrollado una enzima que acerca la posibilidad de convertir cualquier tipo de sangre en sangre universal que se pueda utilizar, independientemente de que ese tipo sea compatible con la del enfermo.

La idea, en la que trabajan diversos grupos de investigación desde los años 80 del siglo pasado, consiste en modificar la estructura de los glóbulos rojos. Todos los tipos de sangre tienen una estructura básica de un azúcar, pero encima de esa base, los A y los B tienen un residuo distinto cada uno (el cuarto grupo más frecuente, AB, tiene una mezcla de ambos). Esa pequeña diferencia hace que si, por ejemplo, se trata de transfundir sangre de tipo B a una persona con tipo A, su sistema inmune la reconocerá como extraña y provocará una respuesta que pondrá en peligro su vida.

Esto no sucede con la sangre de tipo O, que solo tiene la estructura de azúcar básica, que comparte con los otros grupos, y por ese motivo es universal. Los científicos han tratado de emplear enzimas para eliminar esos residuos en los glóbulos rojos de tipo A y B para dejar solo la base universal.

El equipo de investigadores, de la Universidad de Columbia Británica (Canadá), han empleado un sistema conocido como de evolución dirigida para mejorar la enzima. Este sistema consiste en llevar a cabo varias rondas de mutaciones sobre un gen en busca de variantes que produzcan proteínas cada vez más eficientes que el gen original.

Con este sistema, los científicos lograron multiplicar por 170 la eficiencia de una enzima conocida como glucósido hidrolasa que habían extraído del neumococo, la bacteria que provoca la neumonía o la sinusitis. Pese al incremento de eficiencia respecto a sistemas anteriores, los autores reconocen que aún tendrán que mejorar el sistema para eliminar los azúcares particulares de los tipos de sangre A y B hasta hacerlos desaparecer del radar inmunológico y poder empezar a probar sus sangres de diseño en ensayos clínicos.

Descubren el primer pez 100% de sangre caliente



El dogma de la sangre es que mientras los mamíferos y aves la tienen caliente, los reptiles y peces la tienen fría. Aunque en las últimas décadas, se ha ido viendo que algunos animales no siguen la norma a rajatabla,pero es ahora cuando se ha descubierto el primer pez 100% de sangre caliente, el luna real.

El agua es un gran disipador del calor y para los mamíferos marinos es todo un reto mantener la temperatura corporal. Por eso, que los peces sean de sangre fría parece la mejor opción. Sin embargo, en las últimas décadas, los biólogos han ido descubriendo un reducido número de peces capaces de mantenerse calientes. Es el caso de los atunes, algunos tiburones como el marrajo y el tiburón blanco o istiofóridos como el pez vela y xiphiidae como el pez espada. Pero su endotermia es parcial. Algunos tienen sangre caliente solo en los músculos de las aletas, otros en el cerebro o alrededor de los ojos. Pero todos tienen el corazón frío y ninguno distribuye esa sangre caliente por todo su cuerpo.

Denominado científicamente Lampris guttatus, el luna real es uno de los peces más extraordinarios y menos conocidos que hay. De forma ovalada y plana, tiene un diámetro similar al de una alcantarilla y puede pesar más que un humano. A diferencia de la mayoría de los peces, se desplaza moviendo sus aletas pectorales como si fuera un pájaro. Aunque está presente en todos los mares relativamente cálidos, es un animal raro de ver y siempre lejos de la costa. Con una amplia paleta de colores, del rojo al azul pasando por el naranja, los pescadores andaluces lo llaman gitana o flamenca, por los lunares blancos iridiscentes que puntean su piel.
"Eran muy raros en la costa de California hasta hace unos años, cuando comenzamos a capturarlos en mayor número durante nuestras expediciones de investigación. Esto nos ha ofrecido la oportunidad de estudiarlos y hacer este increíble descubrimiento", comenta Wegner.

Pero si sorprendente es que el luna real sea de sangre caliente, más lo es cómo lo consigue. Otros peces, como los atunes usan un truco: la mayor parte del calor lo generan los músculos de sus aletas ventrales, unos músculos que se encuentran en la parte más interior del animal y protegidos por una capa de grasa para evitar la disipación del calor. Sin embargo, el luna real lo consigue con unos intercambiadores de calor a contracorriente únicos que tienen en las branquias y minimizan la pérdida de calor al exterior cuando la sangre entra en contacto con el agua durante la respiración. La sangre calentada por el metabolismo de los músculos de este pez llega hasta las branquias a por el oxígeno del agua. Pero, para evitar que con él entre el frío, el luna real tienen un intrincado circuito de vasos sanguíneos que lo va calentando.

Los investigadores no iban a ciegas. Ya en 2008, biólogos también de la NOAA descubrieron que el L. guttatus era capaz de mantener caliente la región craneal hasta 6º por encima de la temperatura del agua. En el caso de otros peces, como los vela o el pez espada, los científicos creen que esta endotermia parcial les permite minimizar el efecto de los cambios de temperatura en las funciones neuronales cuando descienden centenares de metros hasta la región mesopelágica, donde la luz apenas llega y el agua está muy fría. Sin embargo, estos animales tienen que subir hasta aguas más cálidas para recuperarse. En el caso del luna real, los datos de satélite muestran que pasa casi todo el tiempo entre los 50 y los 500 metros de profundidad.

El ébola sobrevive escondido en el ojo de un médico

Ébola

Cuando a Ian Crozier le dieron el alta del Hospital Universitario Emory (Atlanta, EE UU) en octubre tras una larga y brutal lucha contra el ébola que casi acabó con su vida, su equipo médico pensaba que ya estaba curado. Pero menos de dos meses después, volvía al hospital con problemas de visión, un dolor intenso y una creciente sensación de presión en el ojo izquierdo. Los resultados de las pruebas fueron estremecedores: el interior del ojo de Crozier estaba repleto de virus del ébola.
Crozier, de 44 años, se califica a sí mismo, con pesar, de ejemplo perfecto del “síndrome post-ébola”: además del problema ocular, ha padecido dolores articulares y musculares que lo han debilitado, un intenso cansancio y pérdida de audición. En África Occidental, se ha informado de problemas similares, pero no está claro lo frecuentes, graves o persistentes que son.

El interior del ojo está protegido en su mayor parte del sistema inmunitario para evitar posibles inflamaciones que afecten a la visión. Sin embargo, esta protección, denominada privilegio inmunitario, puede en ocasiones convertir el interior del ojo en un santuario para los virus, ya que ahí pueden replicarse a sus anchas.

La gran pregunta era si los médicos podrían salvarle la vista a Crozier. Pero no hay ningún antivírico que se haya comprobado que funciona contra el virus del ébola
. Además, la fuerte inflamación indicaba que las barreras que normalmente protegen el ojo del sistema inmunitario se habían visto superadas. Por tanto, ¿qué estaba dañando el ojo de Crozier? ¿El virus, la inflamación o ambos? No podían saberlo con certeza.

La inflamación se suele tratar con esteroides. Pero pueden hacer que una infección se agrave. “¿Y si provocaban una nueva infección?”, recuerda Crozier. “Estábamos en la cuerda floja”. Los médicos pensaron que, tal vez, un antivírico experimental podría funcionar.

La mayor sorpresa llegó una mañana, aproximadamente 10 días después de que empezasen a aparecer los síntomas, cuando echó un vistazo al espejo y vio que el ojo había cambiado de color. El iris, que normalmente era azul , se había vuelto completamente verde. Curiosamente, hay algunas infecciones víricas que pueden provocar esos cambios de color, normalmente de forma permanente.

A medida que pasaban los días sin que hubiera indicios de mejoría, Crozier y el equipo del Emory empezaron a pensar que tenía poco que perder. Jay Varkey, un especialista en enfermedades infecciosas que había estado al cargo de gran parte del tratamiento de Crozier, consiguió que la Administración de Alimentos y Medicamentos estadounidense le diese permiso, excepcionalmente, para usar un antivírico experimental en forma de pastilla. (Los médicos no han querido decir su nombre, ya que prefieren reservar esa información para una futura publicación en una revista médica).

Poco a poco, durante los meses siguientes, recuperó la visión. Sorprendentemente, el ojo se volvió azul otra vez.

Cuando la epidemia estaba en su apogeo, los profesionales sanitarios estaban demasiado ocupados con los enfermos para preocuparse demasiado por los supervivientes. Pero a medida que la enfermedad remite, la OMS ha empezado a recopilar información para ayudar a quienes no se han recuperado del todo, según explica Daniel Bausch, asesor de la OMS y especialista en enfermedades infecciosas de la Universidad Tulane. Añade que los casos de problemas oculares son especialmente preocupantes.