sábado, 15 de noviembre de 2014

¿La inmortalidad es posible?

                 

  Una sociedad limitada que tiene como objetivo crear en España el primer centro de investigación de criopreservación, así como el primer cementerio humano de cadáveres congelados, ha asegurado que hoy es "imposible" devolver a la vida a personas que han fallecido, pero considera que, con las "evidencias científicas" que existen, el día de mañana sí puede ser posible.

  Técnicas como la criopreservación, el mantenimiento de organismos a bajas temperaturas para reanimarlos en el futuro, entusiasman a la humanidad en su afán por aplazar la muerte. Aunque por el momento se trata de una técnica experimental, porque no existe ninguna fórmula que logre resucitar los cuerpos.


  Nadie sabe muy bien lo que podría pasar si la población empezara de pronto a vivir eternamente. Un fenómeno ansiado por la sociedad, pero absolutamente contrario a las normas de la vida, que provocaría un desafío demográfico difícil de administrar.

  Según el científico alemán Klaus Sames, el sueño milenario de la inmortalidad se hará realidad en unos 150 años porque los científicos encontrarán la manera de revivir células congeladas.

  Aunque mientras tanto, los principales grupos de investigación en EE UU y Rusia se enzarzan en una polémica con tintes agrios sobre el verdadero sustento de este proceso, que hasta el momento promete beneficios no demostrados.
  Actualmente, existen solo tres organizaciones en todo el mundo que ofrezcan este servicio: el Cryonics Institute (CI) en el Estado norteamericano de Michigan, Alcor en Arizona y el KrioRus en Rusia.
  El precio ronda los 150.000 mil euros (191.000 dólares), aunque esta cantidad varía en función de la edad de los usuarios, que deben tener entre 18 y 40 años. A pesar de su elevado coste, ya son 1.000 los cuerpos en EE UU que se encuentran criopreservados, y 2.000 personas más han solicitado ser conservados cuando fallezcan. El interés por la criopreservación aumenta cada día, porque, aunque el proceso hoy en día es imposible, contribuye a superar el miedo a la muerte que comparten casi todos los seres humanos cuando alcanzan determinada edad.

  El método consiste en bajar la temperatura del cuerpo hasta los -130 grados, extraer la sangre e introducir en su lugar un líquido criogénico, "una especie de anticongelante", aclara el socio fundador. Así, se evita que se formen cristales de hielo que rompan las "estructuras celulares". Finalmente, el cuerpo se introduce en una cápsula especial llena de nitrógeno líquido, donde queda vitrificado o "cristalizado" en tres dimensiones: "Una imagen mucho más agradable que un cadáver lleno de gusanos", apunta Roldán.

  Para ser criopreservado es imprescindible que el fallecimiento se produzca por muerte natural o por enfermedad, pues este procedimiento no es posible en caso de accidente grave, cuando el cuerpo queda muy dañado, o en aquellos casos en los que se requiera practicar una autopsia. 

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