Seleccionaron a 21 parejas tanto heterosexuales como homosexuales y tomaron muestras de su lengua y saliva antes de un beso prolongado, y después de besarse. Para compararlas, usaron una escala del 0 (completamente similares) al 1 (nada similares).
Observaron que los amantes tienen más similaridad en la flora de la lengua (0,37) frente a los no amantes(0.55). A diferencia de la saliva, donde las diferencias son menos relevantes: 0,71 para los amantes y 0,72, para los no amantes.
Vieron que había una correlación entre los besos declarados y la similitud bacteriana de la saliva. También vieron que, con nueve besos con lengua al día, la similitud entre floras bacterianas era significativa. Sin embargo, no había correlación con las bacterias de la lengua.
Pero se reconoce que habría que seguir a los participantes a lo largo de años para determinar la verdadera influencia de los besos en el microbioma compartido. "Obviamente, hay otros importantes factores implicados como tener la misma dieta o usar la misma pasta de dientes", recuerda.
Vieron que había una correlación entre los besos declarados y la similitud bacteriana de la saliva. También vieron que, con nueve besos con lengua al día, la similitud entre floras bacterianas era significativa. Sin embargo, no había correlación con las bacterias de la lengua.
Pero se reconoce que habría que seguir a los participantes a lo largo de años para determinar la verdadera influencia de los besos en el microbioma compartido. "Obviamente, hay otros importantes factores implicados como tener la misma dieta o usar la misma pasta de dientes", recuerda.
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