El recién nacido duerme unas 17 horas, mientras que los bebés necesitan entre 14 y 15 horas. Con el establecimiento del ritmo circadiano se va reduciendo el número de horas de sueño. Así, los menores de 3 años duermen entre 12 y 14 horas con alguna siesta diurna y los escolares necesitan ya entre 11 y 13 horas.Los adolescentes deberían dormir entre 8 y 9 horas y en el adulto joven y el maduro, las horas de sueño se reducen a las necesarias 7 u 8 horas.
Si el sueño no es el suficiente se produce lo que se denomina privación que puede ocasionar somnolencia diurna y alteraciones en la concentración y la memoria. Los estudios sobre los riesgos que puede ocasionar la privación del sueño dan lugar a una larga lista de repercusiones nada positivas. "A largo plazo dormir poco puede aumentar el riesgo de obesidad, diabetes, infarto, incidentes cerebrovasculares e incluso cáncer de mama y colorrectal además de reducir las capacidades del sistema inmune", explica Martínez.
Un estudio del Programa de Sueño, Salud y Sociedad de la Universidad de Warwick (Reino Unido) mostró que dormir menos de 6 horas aumenta en un 12% el riesgo de morir en los siguientes 20 años en comparación con quienes duermen entre 6 y 8 horas. Además, existe un recorrido en dos direcciones en cuanto al sueño y la distimia, un estado de ánimo que se presenta bajo de forma regular, y la depresión.